PARQUE Y VIDA

En esta última semana de trimestre vienen cositas la mar de interesantes. Hoy, visitamos el Parque de la Vida de Luarca. Pero antes, ya en la salida, la historia comenzó muy bien, nos visitó un animalillo que más bueno y tranquilo es difícil que sea: Chuli, uno de los perritos de Amalia. 

Lo peor, el viaje. Demasiada curva, demasiado bache... pero aguantamos bien. Comenzamos por una charla del famoso naturalista y divulgador Luis Laria, el fundador y director del parque. Todo iba bien, hasta que apareció otro señor con las serpientes... ¡Entonces fue aún mejor! Muchos las tocaron, alguno tras vencer miedos iniciales; otros, prefirieron mantenerse a una prudencial distancia... Incluso servidor cogió una y no iba con mucha idea de hacerlo, precisamente... Las que no vimos fueron las famosas pitones albinas y eso que por allí andaban. No hubo tiempo para todo...

Tras la charla inicial, comenzamos la visita en sí: pasamos por diversas zonas: que si las ballenas, los calamares gigantes, el origen del hombre, una lanzadera espacial... Yo creo que lo que más les prestó, junto a las serpientes, fue la visita final: el planetario. Los "¡hala!" y los "¡mira!", se sucedían cada vez que nos íbamos de visita a Júpiter, recorríamos la Vía Láctea u observábamos de cerca la Luna.

Quedaba lo de siempre: la tienda de regalos. Unos optaron por chuches o bebida; otras, por un regalito en forma de fósil para papá, que para eso es el día que es; los de más allá, un dinosaurio; algunos, un mineral...

Sin tiempo para más, comimos a toda prisa y de vuelta al bus. Menos mal que el viaje de vuelta fue más llevadero: hubo peli y una que yo me sé no paró de sacar fotitos...


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