¿SUTRÍPASME?

¿Y por qué "sutrípasme? Bueno, ¿y por qué no? Sutripar, y todas sus derivadas, son palabras que yo no había oído hasta llegar aquí. Tampoco es que conozca más que la media, dicho sea de paso. Pero este vocablo, desde la primera vez que lo escuché, me llamó mucho la atención. También se suma a ello la situación en la que se pronunció el mismo, la tierna edad de la hablante, su intención -quería que la sacudiese, quizás se había llenado de tierra, no recuerdo-, y la  emisora en sí misma, cuya sabiduría popular atesora otras tantas igual de interesantes. A ello claro, debemos sumar las innumerables chanzas y conversaciones a costa del citado término. Y es que ha dado mucho juego la palabreja...


TOMA CHABAL, EL VOLETIN DE KALIFIKACIONES

Luego queremos que aprendan ortografía. Qué más dará explicarles que los acrónimos se escriben sin puntos, que los ordinales abreviados sí la llevan o que los meses van en minúscula, si luego te endilgan estos infames boletines de notas plagados de errores. Hay más faltas ahí, que conste. Estamos, ya se sabe, en la época de las competencias: presumir de mucho y no saber de nada. Así vamos. Y pongo las notas desde Gera. Desde Gera, no desde "Xera". Ese palabro, ni los vecinos del pueblo lo conocen. Hala, que siga la fiesta...




PUES CASI SÍ...

Cierto, casi. Pasan los cursos y el aula se va asemejando a mi ideal. Faltan cositas, es verdad. Quizá una mano de pintura a las paredes. Unas mesas nuevas, claro. No desisto... Puede que un armario para meter algunos trastos (o eso, o vaciar los que están llenos); y organizar los miles de cables que pululan por detrás de los ordenadores.

Pero bueno, estamos contentos, la verdad. La semana pasada por fin se retiraron el viejo proyector y su prima la pizarra digital, en su lugar nos han puesto un aparato que es una chulada. Antes de ello, ya hemos dado unos cuantos pasos. Empezamos a reparar desde el primer día. Año tras año, gracias a las cualidades artísticas de los nenos, no hemos dejado de "aguapiar" el entorno. Nos deshicimos de muchas cosas y adquirimos otras; sumamos libros nuevos; y lo llenamos todo de marionetas. Y más que vendrán. Nos está quedando una clase la mar de apañada, la verdad. Pequeña, sí; pero muy aprovechable: tenemos la sala de informática o la biblioteca a dos pasos, una calefacción que va de cine, material de sobra... No nos podemos quejar. Bueno, venga: ¡¡¡a ver esas mesas!!!

Desde el principio, siempre fue la clase perfecta. Pero eso, fue y es por sus "recursos humanos"...

Reparando desconchones el primer día

Estrenando la pizarra blanca



¡Bendito Nissan!


Nunca hubo pasajeros mejores


¡Cómo odiaba ese mural de Inglés!


Inmortalizando la escuela





¡Vivan las marionetas!







MONTANDO EL POLLO, PARA NO PERDER EL CHOLLO

¡Ay, qué haríamos sin ellos! Nuestros queridos sindicatos, amantes de la fauna (especialmente de las variedades marinas invertebradas y comestibles) y visitadores incansables de los colegios (sobre manera cuando hay lotería que vender o elecciones que ganar), han tenido a bien encerrarse en la Consejería de Educación para reclamar un par de cositas... 

Nadie les vio en las calles cuando se puso en marcha nuestra nefasta ley educativa. Curiosamente, sí lo hicieron, bastante ruidosamente, con la anterior, parecida a esta. Debe ser porque aquella la sacó adelante un partido y la actual (que es peor) debemos agradecérsela a otro... Se defendían diciendo en su momento, que la ley había sido aprobada sin consenso. Curioso argumento, cuando la normativa presente fue colada a traición y sin consultar con nadie, aprovechando las restricciones del período de pandemia. ¡Ay, la voz del amo, cómo manda! 

Nada dicen del incremento exponencial de trabajo en los colegios, especialmente en el caso de los equipos directivos. Ahora, son todo planes, proyectos, memorias. En las aulas, llegará el momento de tener que elaborar un informe de evaluación cuando un nene va a hacer pis. Papeles, papeles, papeles. En ingentes cantidades. Directores a los que les endilgan todas las semanas reuniones, en los días que deberían estar dedicando, precisamente, a tareas administrativas. ¿El resultado? Pues que te aguantas y te llevas el trabajo para casa, si es que quieres sacar las cosas adelante... En el pasado, había tortas en los colegios por ser "dire"; ahora, nadie quiere. Es normal, porque nunca recuperas. Vives para el colegio y para sus papeles, porque cada vez mandan más y tú cada vez tienes menos tiempo.

No, ellos se van a lo importante: dos horitas lectivas menos, please. Reducción horaria para los mayores de 55 años. ¡Más moscosos, por caridad! Queremos ser como el resto de empleados públicos, oiga... Bien. Pues por esa regla de tres, el resto de funcionarios debería disponer de los mismos días de vacaciones que nosotros, o quizá nosotros nos tendríamos que equiparar con ellos... Queremos ser iguales para lo que nos interesa.

Siempre centrándose en lo importante. Sueltan cuatro ladridos para hacer algo de ruido y justificarse. Pero todo el mundo sabe de dónde les viene (llueve) el dinero. No van a ir a más. Y desde luego, nunca, nunca, protestarán contra lo que sí merece la pena hacerlo. No vaya a ser que el amo se enfade.



UNO, DOS, CINCO...



Este año ya entrará en vigor la nueva ley en todos los cursos. No me hace falta añadir mucho al texto que acompaña la imagen. Les dan igual cinco suspensos, quieren ciudadanos con competencias. El timo de la estampita, versión educación. A buen seguro saldrán personas muy competentes, mas no serán buenos ciudadanos. Un ciudadano, por definición, es «un miembro activo de un Estado». No se puede ser activo sin ser crítico; y para ejercer la misma, necesitas una base de conocimientos. Conocimientos (preferentemente en Humanidades), no competencias. No solo esta, también las leyes anteriores transitaron por el mismo camino. Pero la presente se supera en el objetivo. Los gurús educativos se frotan las manos, pueden seguir soltando chorradas sin freno y hablando de situaciones de aprendizaje y perfiles de salida. Muy chachi todo. Empezamos.



NO TE SIENTES, HAZ EL FAVOR...

Van años ya de gasto desenfrenado en Educación. Los fondos europeos, la pandemia, la obligación de renovarse... Es cierto que existe una necesidad objetiva de equipos informáticos decentes. Y es loable el esfuerzo en ese sentido. Hay que recalcar que la tecnología de por sí no asegura una mejora de la calidad educativa, si no viene acompañada de un buen uso de la misma, ni de la adecuada formación del profesorado.  Igualmente, se gastan ingentes cantidades de dinero en textos en asturiano, por ejemplo. Que nadie usa, por cierto. Ni los profesores de Llingua. Es digno de ver la calidad de los libros que mandan: encuadernación, gramaje de las hojas, calidad de las fotografías... Para eso sí hay dinero. El chiringuito manda... Lo mismo que para la mal llamada "literatura de género"o "de valores". Todos los años envían obras de dudosa calidad literaria; pero como abordan estos temas, pues oye, gasto justificado... 

Tras toda esta introducción, voy a lo que me saca de quicio. ¿Es que entre toda esta vorágine monetaria, entre tanta partida presupuestaria, no hay un pequeño rinconcito donde alojar la compra de mesas y sillas nuevas? Sí, mesas y sillas. Parece una chorrada, pero no lo es. ¿Cuántos años tienen las de la mayoría de los colegios? Las de clase, ya eran viejas cuando aterricé yo. No creo exagerar si les pongo cuatro decenas. A ver, que no estoy pidiendo que se renueven todas las mesas de todos los centros de Asturias. Solo las mías, no es para tanto... Ya en serio: cualquiera que haya puesto el trasero en una de esas tablas con cuatro patas, sabe a lo que me refiero. Constantemente les exigimos que no se levanten; que trabajen sentados, que no se muevan. Pero es que es difícil, contra. Toda la mañana ahí, te queda el culo cuadrao. ¿Por qué, si se mandan nuevos ordenadores, nuevos -y malos- libros, hay nuevas instalaciones de internet, no se pueden renovar estos artículos? Yo reto a cualquiera que trabaje en una oficina, a hacerlo sentado en una de estas sillas. No aguanta quince minutos sentado. Pues los nenos, lo mismo.  No pasa un día sin que pidan que les deje trabajar en la mesa del profesor, o se turnen para hacer los exámenes en dicho puesto. Es muy entendible y yo no tengo problema. Al menos, alguno trabajará cómodo.

El curso pasado, se envió un correo por parte de la administración. Cito textualmente: "La Consejería de Educación está realizando un estudio de las posibles necesidades de reposición y renovación de mobiliario de los centros educativos, con el objetivo de proceder a la futura elaboración de un contrato de suministro de equipamiento". Marzo de 2022. Pues bien, se pidieron cinco, ¡cinco míseras mesas y sillas nuevas! Y no eran nada del otro mundo: más coloridas, con nuevo diseño; las sillas, eso sí, parecían medio cómodas. No hemos obtenido respuesta alguna. Ni afirmativa, ni negativamente. Ya se les ha escrito varias veces, sin respuesta hasta el día de hoy. Y yo quiero mis sillas y mis mesas. Así que seguiré insistiendo. Porque si les voy a pedir a los nenos que hagan un buen trabajo, qué menos que intentar dotarles de unas condiciones adecuadas. 

Alguna vez ha de llegar la renovación. No pueden durar otros cuarenta años... ¿O sí? Total, si hay libros en asturiano, o de género, o pizarras digitales que el 70% de los maestros no saben usar, ¿qué más dará?...



INOCENTE, INOCENTE...

Aprovechando el día tan señalado, podríamos caer en la tentación de escribir una noticia falsa, con apariencia de veracidad. Sin embargo, vamos a hacer justo lo contrario: contaremos de verdad cómo es este cole, y al que no lo conozca le parecerá mentira...

Es esta una escuela -vamos a hablar únicamente de Gera, aunque podríamos extenderlo a todo el colegio en su conjunto- donde el Reglamento de Régimen Interno nunca se ha aplicado. Nunca ha sido necesario...No existen, directamente, los problemas de convivencia. Todos se llevan bien. Claro que cada uno "tira" más para este o para aquel, es lo normal; pero nadie se lleva mal con nadie. 

No solo eso: se ayudan entre sí sin que nadie se lo pida: los grandes hacen de hermanos mayores de los peques. Se preocupan por ellos, los protegen, les echan una mano con tareas complicadas... Son además, todos, unos nenos sanos, generosos y nobles. 

Es esta una escuela en la que, sin caer en el dogma excluyente que se nos intenta imponer, se respeta a cada uno; y no, no se crucifica a los niños porque les guste jugar con tractores ni se les anima a jugar con muñecas si no les atrae; ni se les dice a las niñas que no jueguen con ellas, o que no les guste el rosa, o que no está bien que jueguen a ser princesas en vez de bomberas. En fin, que la cosas están tomando ya unos derroteros totalmente absurdos con lo de los roles de género (dicho sea de paso, las personas no tenemos de eso, sino sexo...). La dictadura del pensamiento único no casa aquí. Y si les gusta el rosa, el azul, el caqui, el verde o el rojo, perfecto. Pero sin imposiciones ni categorizaciones artificiales. Y si de mayores quieren ser científicas, genial. Igual que si prefieren ser futbolistas, peluqueras, bomberos, médicos o lo que sea. Bien alto lo afirmo, se les trata aquí de forma más igualitaria que en cualquiera de esos escenarios que se nos quiere imponer.

Y no, tampoco nos pasamos el día "educando en valores", o perdemos -sí, perdemos-, jornada sí y jornada también en juegos emocionales. Los valores se enseñan todos los días de la mejor forma posible: predicando con el ejemplo. No se conoce mejor forma que esa, ni más efectiva. 

Últimamente parece que pretenden que los niños sean "propiedad del estado" si hablamos de ética y moral. Y no. Si bien la escuela tiene una vertiente fundamental como compensadora de desigualdades, los valores se aprenden, fundamentalmente, en la familia y se "repasan" en la escuela. Así debería ser. Y así es en Gera.

Es esta una escuela en la que los nenos salen igual o mejor preparados que en cualquier centro de ciudad. Y eso, que es normal afirmarlo ahora, no era tan fácil decirlo hace treinta años. Lo injusto es que mucha gente se ha quedado con la copla, cuando la historia ya no es así. Y SÍ, CUANDO LLEGAN AL "INSTI", NI TIENEN PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN NI LES SUPONE NINGÚN HÁNDICAP SOCIAL O ESCOLAR HABER ESTUDIADO EN UNA ESCUELA RURAL.

Es esta una escuela en la que, aunque estén ya estudiando enseñanzas superiores, todos los nenos que han pasado por aquí siguen siendo nuestros nenos. Sí que con algunos vas perdiendo el contacto, claro; es lo normal. Pero muchos otros se pasan de visita en cuanto pueden, se prestan a ayudar en actividades, se comunican contigo o te vienen incluso a recoger el coche para llevarlo a arreglar... Entonces aprovecha uno para charlar un rato con el inesperado mecánico. Y mientras conversas, a veces le sigues viendo como aquel enano al que llevaban los demonios cuando perdía el "Real Maíz"... Y con todos, cuando les ves, se te queda una cara de alegría, pero no externa, que también, claro; te sientes muy contento por dentro al ver que, como cuando eran pequeños, de mayores siguen siendo igual de buena gente.

Es, en suma, una escuela en la que ni un solo día en casi quince años ha venido uno a "trabajar" descontento o sin ganas. Incluso en algún momento malo, es imposible no estar contento: ellos "no te dejan". No es mérito propio, sino de los nenos. Y es algo impagable. En estos días también se ha celebrado el sorteo de Navidad. Felicidades a todos los agraciados. Pero a nosotros nos toca "el gordo" todos los años.

Solo tiene un aspecto negativo. Y es que nada es eterno. Todo termina.



CON "ALTIBAJAS"...


Aquí lo habíamos dejado. Amalia tenía solo Ciencias, pues iba en el resto de áreas más adelantada. Los demás al revés, llevaban mejor las Ciencias y se centrarían en Lengua y Matemáticas. El lunes, ya con el horario normal de octubre, seguiríamos... Iba a ser que no. Ha pasado casi el mes entero y ya estamos a punto de volver.  Falta un día, si nada se tuerce. Han sido casi como unas segundas vacaciones, aún calientes las de verano. El único problema es que yo, la verdad, no las quería... Lo primero que me llama la atención es el hecho de que, últimamente, cada vez que se va uno al suelo se rompe algo. Da que pensar que por una simple caída en casa se puedan cascar dos costillas. La última vez que estuve de baja fue también por una caída en apariencia leve. No debería haber pasado nada, y sin embargo se rompió la muñeca. No sé, algo no debe andar del todo bien "ahí dentro"...

La verdad que en un principio pensé, quizá de forma un tanto ilusa e ignorante, que sería cosa de una decena de días. Van veintiséis y aún no estoy bien del todo, sigo necesitando calmantes para poder dormir. Pero bueno, por el día no hay ya mayor problema que el de andar con un poco de cuidado. De momento quizá no pueda subir a alguno en brazos o perseguir "Minis" por el patio, pero todo lo demás sí. 

Estar bajado de la noria cuando esta sigue girando causa cierta incertidumbre y preocupación. Ni mucho menos es que uno sea imprescindible, pero los maestros sufrimos ese sesgo, tendemos a pensarlo. También se explica porque son "seres" a los que tienes mucho aprecio. Mucho. Y es que son "tus seres", no en un sentido de propiedad, sino de relación. Así que estamos un poco intranquilos. Sabes que si a este le llevas por aquí, responde; pero si lo haces de otra forma, no. Conoces que aquel otro tiene un poco de lío con tal o cual materia. O que el de más allá necesita tranquilidad, pero al de al lado debes permitirle ciertas licencias para que luego se centre y trabaje. O que este otro funciona "así", pero no "asá". Y eso, claro, lo ignora quien está ahora al mando de la nave. Lo desconocen, o al menos no lo conocen con la misma profundidad, también el resto de profesores, por la sencilla razón de que pasan menos tiempo en clase. No es que sean ni mejores ni peores, no es eso. Es es sesgo del que antes hablábamos, que no te deja tranquilo. Sientes preocupación en suma por que todo vaya bien. Y sí es verdad que esto, a mí al menos, me consume un poco. Pero bueno, así ha que ser, tengo la confianza racional de que quienes están ahora a cargo, lo harán igual o mejor. 

Los tiempos se han ido cumpliendo, aunque lentamente. La vez anterior estuve más jornadas "de vacaciones", pero fueron mucho más tranquilas. Esta vez si hubo varios días de pasarlo bastante mal, terminando al final del proceso con el añadido de otras situaciones que tampoco vienen al caso. Sí diré que hay comportamientos que, ciertamente, sorprenden. Unos positivamente; otros, no tanto. ¡En fin! Habrá que verlo con la idea de que todo suma. Lo mejor de todo es que, en nada, seguiremos aprendiendo y enseñando, pero no ya desde una silla. Bien pensado, los primeros días sí pasaremos más tiempo del normal sentados, pero con un respaldo, o una decena y media de ellos, en los que se apoya uno mucho mejor... 


GERA, CURSO XV

Que se dice pronto. Catorce interrogantes y una certeza, para comenzar el año académico.

  1. ¿Podremos empezar -y terminar- este curso sin mascarilla? La lógica dicta que sí, ya se permitió quitar a finales del pasado. Pero... ¿y si vuelve "el bicho"? Dios quiera que no. 
  2. ¿Qué supondrá trabajar con la nueva ley? Cada vez estoy más convencido, con cada nueva legislación, menos se aprende. Será que me voy haciendo viejo, o más bien anticuado; pero creo que el camino correcto no es el actual. 
  3. Después del primer curso pospandemia, en el que el Ayuntamiento respondió prontamente a las demandas, el año pasado volvieron un poco a las andadas. Verbigracia, una simple toma de enchufes: se pidió en marzo, pasaron a "estudiar el caso" en mayo... y a día de hoy aún no están colocados. Si no pedimos tanto, a ver si recuperamos la buena senda...
  4. ¿Crecerán al fin las hierbas en "las calvas" del cole, o habrá que acotar las zonas y prohibir el paso, para que los Geranios no emulen al caballo de Atila? 
  5. ¿Será este curso el de la vuelta al ferial? Llevamos ya dos años sin ir, y es una pena. 
  6. ¿Cómo  será eso de no tener nenos de Villarpadrid? Desde 2008, siempre hemos contado con algún... ¿"villarpadridiense"?, ¿"villarpadridiano"? Nos encontramos ante un camino nunca antes transitado... 
  7. ¿Volveremos a "fabricar vida"? Y, en tal caso, ¿nos conformaremos con más polluelos o evolucionaremos hacia organismos superiores? Voto por criar no sé, mapaches. O ponis. ¡Córcholis, ponis! ¿¡Cómo no se nos ocurrió antes!? Uno por neno...
  8. ¿Pasará de moda por fin el "Surviv"? Creo recordar que fue Kike, allá por el Cretácico, quien lo introdujo. Bien es verdad que desde abril, el "Supertux" ha ganado muchos adeptos. 
  9. ¿Cuántos balones se perderán este curso, abandonados más allá de las fronteras del patio, fruto bien del exceso de fuerza, bien de la escasa puntería, o quizá debido a que "la culpa fue de este, que no la paró"? 
  10. ¿Llegarán a tiempo las mesas y sillas nuevas que se pidieron para renovar las antiguas? Puntualizo un poco más: ¿llegarán, simplemente? Ya ni importa el momento, con tenerlas nos vale...
  11. Hablando de sillas, ¿entenderemos que "la silla del profesor" lleva en su nombre esa acotación precisamente porque su uso debiera estar reservado a unos pocos elegidos? No, me temo que no adquiriremos dicho conocimiento. Bueno, tanto mejor. Es de justicia el que ellos también puedan liberarse de vez en cuando de esos artefactos del maligno que son los asientos escolares...
  12. ¿Cuánto tiempo más durará el camión de juguete que usan en el recreo? Adquirido en 2012, es sin sombra duda, el mejor gasto emprendido por el colegio en toda su historia. Años y años de rodar sin descanso, transportando tierra, piedras, o "seres vivos". Soportando cargas excesivas. Arrastrado, lanzado monte abajo. Sin mantenimiento mecánico alguno. Y ahí sigue. El curso pasado perdió la caja, no importó: ahora usan ese espacio para sentarse y circular a toda velocidad. Algún neumático está roto, de tantos esfuerzos; pero rueda... Indestructible. 
  13. ¿Podrían las parsimoniosas rumiantes que ascienden cada mañana por el camino del colegio elegir mejor el lugar de sus deposiciones? Es una duda que me asalta todos los cursos y de la que ya he hablado, pero es que me supera. ¿Qué les costará comenzar el bombardeo una vez  hayan dejado atrás la entrada al cole? Si esto fuera pedir mucho, ¿harían el favor al menos de seguir una pauta? Todos los "regalos" a la izquierda, o todos a la derecha... 
  14. Una última duda, o más bien queja, antes de la certidumbre final: ¿es que no van a parar de crecer nunca? ¿No tienen bastante ya? Más que en altura, que los ves llegar y parece que han estado todo el verano colgados boca abajo de un árbol, me refiero a crecer en edad. Si así están perfectos, ¡haced el favor y quedaos ahí, cóncholes!
  15. Este curso se rompe el empate. Vamos a sumar ya más años sin "La Barba" que con ella. Por más que pase el tiempo, se siguen añorando sus BARBAridades.



SÍ, NO, QUIZÁ, YA VEREMOS...

-¿Cómo que sólo son siete niños? ¿y todos mezclados?

-Siete aquí y ocho en la otra clase. Aquí están de 2.º a 6.º.

‒¡Eh, pero si aquí hay "Doritos de los verdes"!

‒Es que sobraron de la fiesta de fin de curso. No te los puedes comer, que son de ellos...

‒¡Pero abrimos la bolsa y luego traes otra!

‒Que no...

-La canasta mola, pero la de dentro de clase mola más.      

-Ya, pero sólo la usamos de vez en cuando, si llueve.

-¿Y quién es el niño ese con el que decía su madre que no te aburrías? ¿Qué pasa, que hablaba mucho?

-Es este de aquí, Kike. Bueno, era un gran conversador...

-¿Y aquí juegan al baloncesto todos?

-Sobre todo las chicas...

-¿En esa casa qué hay?

-La usamos de almacén y para alguna actividad...

-¿Para hacer exámenes?

-No...

-¿Pero les pones exámenes, no?

-Hombre, sí...

-¿Y cómo suben esa peña corriendo? ¡Es imposible!

-Es que están "de ello" y son ágiles...

-¡¿Pero cómo tienes tantas fotos mías de pequeño?! Se van a reír...

-No, hombre. Pues las tengo porque me prestan...

-¿Y todos esos muñecos? ¿Los usas en clase?

-En clase y para jugar con los peques.

-¿Y el gato ese que decías que estaba por aquí?

-Ya ves, hoy no está...

-Pues otro día cuando haya niños vuelvo y les echo un partido.




PUES SÍ, PERO NO NOS LO FACILITEN UN POCO...

Una de las críticas que más comúnmente aparece cuando hablamos del profesorado -en especial del de Primaria- es el hecho de una deficiente formación permanente. Y es bien cierto. Pero no es esta una situación enteramente achacable al colectivo. Es un hecho: en cuanto sacamos la oposición, tendemos a relajarnos y a "dejarnos ir". Total, el puestín ya lo tengo, así que ¡hala, que estudien otros! Es verdad que para llegar, has tenido que machacarte de lo lindo. Y es hacerlo y quedar en un estado como de liberación. Pero sí, hay que formarse, no queda otra. ¿Y en qué? ¿Y cómo? No vamos a tratar aquí la oferta formativa existente, sobre eso hay opiniones para todos los gustos. Sí resaltaremos que, últimamente, y fruto de los nuevos derroteros que está tomando la pedagogía, aparecen como de la nada programas de formación que siempre llevan el prefijo "neuro": neurolingüística, neurociencias educativas, neuroesto y neurolootro... Se asemejan bastante a la imagen que todos tenemos del charlatán que llega al pueblo del lejano oeste con su "tónico arreglatodo"... Conviene poner distancia ante la mayoría de los saberes que empiecen por el citado prefijo. 

Existe, además del de la oferta, o las propias ganas,  otro factor; a mi modo de ver definitorio: cuando te interesas por una actividad formativa que te podría venir bien, te chocas con la realidad del horario.  ¿Presuponemos que los maestros no tenemos nada que hacer al salir del colegio? ¿No tenemos familia, aficiones, deberes? Pues, si quieres formarte, parece que no. Porque los cursos son por las tardes, a veces en jornadas maratonianas, a ello súmale la hora de viaje de ida al centro de formación, más la de vuelta. ¿Y los cursos a distancia? Vienen a ser lo mismo, has de realizarlos en horario vespertino. Que sí, que vale, que la jornada laboral de un maestro no es el horario de permanencia en el colegio. Esa jornada, de forma ambigua, ha de completarse fuera del centro en trabajo de preparación de clases, por ejemplo, y tenemos cierta autonomía para gestionarlo. Bueno, ya te digo yo que la mayoría de los maestros hacemos bastantes más horas de las que se nos exigen. Pero de largo. 

Oiga, ¿tanto costaría que me liberase usted de algunas de las -absurdas- obligaciones burocráticas y me dejase un par o tres de horas semanales para formarme? Ya vería como hago cursos sin parar. 

Podría objetarse que dedicásemos el mes de julio a esos menesteres formativos. A costa de parecer impopular ante el colectivo, es una opción plausible. Ahora bien, no debe perderse de vista el hecho de que -en teoría-, los maestros NO tenemos dicho mes para hacer lo que nos venga en gana. La ley establece que debemos estar a disposición de la  Administración para lo que se nos requiera. Por ejemplo, para actuar de tribunales en las oposiciones. Por su parte, los equipos directivos deben permanecer en el centro hasta el día quince. No es oro todo lo que reluce... No podemos por ejemplo, elegir cómo distribuir nuestras vacaciones, como otros colectivos, ni tenemos días de libre disposición a lo largo del curso. En fin, esa es otra historia, pero sí,  tenemos más vacaciones que la mayoría de la gente. Los docentes gozamos de ciertas ventajas que otros profesionales no; pero también sucede al revés. Extrañamente, siempre se pone el énfasis en las primeras... 

Insisto, el problema muchas veces no es falta de interés. Es falta de tiempo. La mayoría de los maestros, como todo el mundo, tiene sus obligaciones al salir de clase. No sólo deben preparar y anticipar el trabajo futuro en el aula. Que nos exijan formación, pero en tiempo y forma. 

Al final, uno conviene en que es preferible aprender a su ritmo, en función de su disponibilidad, intereses e inquietudes. Será por libros estupendos...



TIEMPO AL TIEMPO

"El Quijote para niños". "Platero y yo, contado a los niños". No sé, lo próximo, ¿"Mein Kampf para pequeños nazis"? No veo forma mejor que estropear un libro que adaptarlo según la edad. ¿Leería una persona mayor "Los tres cerditos, versión septuagenaria"? ¿Lloraríamos de risa con "El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza, adaptación para adultos"? Presumo que no... Todos los libros tienen su momento. Robarles ese momento, que es individual, es un acto de indignidad educativa. Ellos nos están esperando, a ninguna parte se van a ir. Puede que los leamos antes de tiempo; no nos gustarán, no los entenderemos y  los abandonaremos. "El camino", como lectura obligatoria en 1.º de BUP, era un callo infumable. Quizá, con el paso de los años, alcancemos la madurez o las ganas necesarias para volver a aquel que, en el pasado, te resultó indigesto... Quizá no, tampoco pasa nada. 

Tanto las obras adaptadas como las obligadas a destiempo tienen, además, otros peligros: con las primeras, corres el riesgo de creer que te has leído, por ejemplo, a Cervantes. Que ya está, que eso era todo; y no, ni te has acercado. Con las segundas, existe la posibilidad de que llegues a aborrecer tanto el gran libro que sería si lo cogieses en tiempo y forma, que nunca más vuelvas a desear ni acercarte a él. Pero eso no es lo peor: unos pocos títulos metidos a calzador, pueden alejarte de la lectura para siempre. 

Siempre me acuerdo de lo que nos decía nuestro profesor de Lengua y Literatura en la EGB, don Ángel; temido y respetado -no se sabe en qué proporción cada aspecto-, y para más señas pastor de almas, tanto infantes como en general (era cura, director del colegio y deán de la Catedral de Oviedo en sus últimos años): "¡Ni se os ocurra poneros a leer 'El Quijote', por lo menos, hasta que cumpláis los dieciocho!". Quizás habría que multiplicar esa cifra al menos, por dos. Bueno, o por cuatro, si a alguna de nuestras mentes guardianas del discurrir del sistema educativo patrio nos referimos...



EL DEBER LES LLAMA

No suelo leer las circulares de inicio de curso que habitualmente la Conserjería publica a comienzos de julio. Las guardo, para estudiarlas cuando septiembre se acerque. Sin embargo, sí hay un punto que me suscita interés: los deberes. Se viene ya insistiendo en ello desde hace unos años, y en este no iba a ser una excepción. La verdad, en otras cosas no, pero en esta estoy bastante de acuerdo con lo que se publica. Dice la citada circular que los deberes deberán planificarse para fomentar la autonomía de los alumnos, su responsabilidad, y reforzar los aprendizajes que se producen en el aula. Parémonos aquí. Porque ya muchos colegios e institutos no cumplen la primera premisa. Es bastante habitual el que en clase no dé tiempo a trabajar un contenido, y se les mande para casa. Yo eso no lo voy a hacer. A ver cómo pretendemos que sean capaces de realizarlo de forma autónoma, si antes no tienen los instrumentos para comprenderlos. Me acuerdo cuando estaba en el segundo año de Universidad. Una de las asignaturas se llamaba "Prácticum". Vamos, que te mandaban a un cole durante un par de meses, a ver "qué era aquello". Pues ahí estaba yo, la maestra a mi cargo tuvo que irse una hora antes -vaya tela también, la señora- y me los dejó todos para mí. Era una clase de sexto. Casi al llegar el fin de la jornada, algún neno me preguntó cómo se hacía un ejercicio de Matemáticas. Y yo, pues mira, en aquel momento, con las prisas, con veinte zagales revoloteando por el aula, ni me paré a explicárselo. Le solté: "Esto, para casa y lo traes mañana". ¡Y hala, solucionado! Pues mi impresión es que algunos maestros hacen lo mismo. Se quitan el contenido en cuestión, lo mandan de deberes, y se acabó el problema...

Prosigue la circular: habla de "racionalidad" y coordinación entre los maestros a la hora de mandarlos. Vamos, que no venga el tutor y les mande tres ejercicios, el de Inglés otros tres, el de Llingua les meta un examen el jueves y la de Música les pida que practiquen con la flauta... Al final, el neno toda la tarde estudiando. Y sí, también pasa. No es racional que muchos alumnos tengan cinco horas de clase y luego deban dedicar tres horas más por las tardes a los deberes. Su trabajo principal ya está en esas cinco horas. Por la tarde, pues sí, han de estudiar un poco, algún ejercicio, preparar un trabajo... Pero sin pasarse. Oye, que mucha, mucha gente termina su jornada laboral y se olvida hasta el día siguiente. Bueno, pues los niños, no. Ellos tienen que seguir sus dos, tres -o más horas, que yo conozco casos-. Hay una regla, la de "los diez minutos", que parece bastante adecuada: consiste en comenzar en 1º de Primaria dedicando unos diez-quince minutos diarios al trabajo en casa, e ir aumentando esta cifra en otros diez por cada curso. De esta forma, en 6.º, no deberían trabajar más de una hora diaria. Procuro amoldarme a ella, aunque muchas veces les sobrarán esos minutos. Porque tengo que tener presente que puede que también  en Inglés, o en Reli, o en Llingua, les hayan mandado algo. Y no poner ejercicios cuando tienen un examen cerca. Lo veo justo, si pretendo que lo preparen bien, no puedo encima mandarles más cosas. Y esto a veces ha traído alguna pequeña crítica, ya que "en el Instituto les van a crujir a trabajos y aquí se mandan pocos". Pues bueno, si en el IES lo hacen mal, no voy yo a seguirles el juego. No voy a fastidiarles ahora para que ya estén acostumbrados a ello en el futuro.

Constantemente se habla del valor del aburrimiento. Sí, los niños deben tener tiempo para aburrirse, para mirar al techo, para no hacer nada. Grandes ideas han nacido del aburrimiento... Deben disponer de tiempo para ellos. Flaco favor les hacemos además, si por una parte les intentamos animar a leer, y por la otra les cosemos a deberes. ¡Quién va a tener ganas de leer nada, después de estar toda la tarde estudiando! 

No voy aquí en contra de las actividades extraescolares, que están muy bien, siempre y cuando no traigan como consecuencia lo que acabamos de reseñar, que el niño se quede sin tiempo libre. Todo lo que se sea probar nuevas experiencias, y disfrutar con ellas, bienvenido sea.  Tienen, eso sí, un peligro, sobre todo en aquellas en las que se trabajan saberes más académicos: que el neno "pase" de trabajar en el cole, porque sabe que se lo van a solucionar por la tarde en clases particulares... Lo sé por experiencia propia, yo iba a Inglés, a Matemáticas, a Física y Química... Y a guitarra -no saqué mucho de ello-, a kárate -obtuve un cinturón y un brazo roto-, piragüismo, baloncesto... Corto, que nos vamos del tema.

Hay, por último, un aspecto que merece nuestra atención. Los deberes, si no están al alcance del alumno, si antes no se han explicado en clase, o si son excesivos, conllevan un punto de desigualdad educativa. Una cosa es que las familias puedan echar una mano a la hora de revisar el trabajo, de supervisar el tiempo de estudio... Otra muy distinta, es que lo que no haya explicado el profesor, tengan que contárselo en casa. En esta tesitura, a mayor nivel cultural y/o económico familiar,  más facilidad para hacer las cosas. Y la brecha al día siguiente en clase se agranda. Evidentemente no es "culpa" de las familias con mayores medios, a lo que me refiero es que no es equitativo para aquellas que no tienen tantos. Y peor aún, es una desigualdad que se crea desde el colegio.

Ese "tender a igualar por abajo" sí tiene más sentido en el caso de los deberes. No así en el aula. Porque para eso estamos -o deberíamos estar- los maestros, para llevar a cada uno hasta donde cada uno pueda... si es posible con los deberes justos. O, mejor explicado, con los justos deberes.




A VER LO QUE NOS DURA...

Ya la tenemos aquí, toda elegante y pizpireta. De estreno. Muerta la LOMCE -aunque aún no enterrada-, llega la LOMLOE. La de las "Matemáticas con perspectiva de género" (no diga que tiene dos limones y le quita uno, sino dos manzanas. ¡Manzanas, so machista!). La que apuesta por la digitalización y el "aprendizaje competencial". ¡Ay, las benditas competencias, esa entelequia engañabobos que permite que tengas menos conocimientos, pero que por arte de magia sepas más y seas innovador, estés más preparado y seas supermegaguay! Dice la Consejera que esta ley "formará a alumnos más creativos y con una capacidad de adaptación tremenda, algo que los de la generación EGB no tuvimos". Vaya, que no nos supimos adaptar. ¿Habrá generación con una mayor capacidad de adaptación que la nuestra, que nos pilló la más grande revolución de los últimos cien años, la de Internet, con el paso cambiado? La adaptabilidad no se puede asegurar; te puedes preparar para adaptarte al mundo de hoy, pero el mañana no sabes por dónde te vendrá... Tilda de demagógica la afirmación de que se reducirá el nivel. A ver. Que se va a reducir es un hecho. Con cada ley se quita un poco de conocimiento. Sólo hay que echar la vista atrás para darse cuenta.

En un país serio, una Ley Educativa implicaría el acuerdo de una amplia -muy amplia- mayoría, y no se tocaría en quince años. Aquí, pues nos duran un arroz. En breve vendrán los otros, echarán pestes contra la pobrecilla LOMLOE y se sacarán de la chistera la LOPETA, LOMÁS, o LACHUNGA. Darán con el nombre adecuado, eso es lo de menos. Y en cinco o seis años, pues otra ver cambio de tercio, y nueva ley en el horizonte. Y así todo.

Una normativa, dicen, que "refuerza el aprendizaje de idiomas". Pues va a ser que tampoco. Una hora más en tercero de Primaria. De la quimera del bilingüismo, una de las grandes estafas educativas de los últimos años, ni hablamos. Oye, ¿quieres que aprendan inglés? Muy fácil: todos los días tres horas de inglés. Dios no lo quiera. Pero es que es así...

Lo mejor es que "ellos" aún tienen el currículo en modo borrador. Los libros de texto que nos han enviado las editoriales son provisionales. Pero a nosotros se nos va a exigir tenerlo todo claro en septiembre y empezar a enseñar ya según estas nuevas directivas. Y por ahora, no vamos por buen camino... Algunos coles van a cambiar libros de texto en unos cursos sí, pero no en todos; otros dicen que no van a cambiar nada; y hay quienes manifiestan su intención de renovar los libros de todos los cursos, aunque la ley en algunos de ellos no entre en vigor hasta 2023... Nosotros, de momento esperaremos a septiembre, a ver si está más claro el horizonte. Va a ser un lío de mil demonios: la ley comienza a aplicarse en los cursos impares. Ello implica cambios en los horarios de las materias, nuevas asignaturas y contenidos que se daban y ya no se dan, o al revés. Todo ello junto en la misma aula, en el caso de los coles rurales. Así que tienes una hora de Ed. Física en un curso, pero hora y cuarto para los del otro; cinco horas de Lengua aquí, pero cuatro más una de "Valores Cívicos" por allá... Y aún mejor: ya en este curso 21-22 nos han exigido evaluar teniendo en cuenta la nueva ley, pero sin nueva ley... Así todo. Para volverse loco.

Sin embargo, lo que más me llama la atención es esa cruzada que se ha emprendido contra el "aprendizaje memorístico", en favor de otros saberes de tipo "competencial" o "actitudinal". Pero vamos a ver: sin memoria, no puede haber aprendizaje... Es decir: si no hay memoria, si no te quedas con -algo- de lo que has aprendido, no hay avance posible... El "aprender a aprender", el "saber hacer"... no son más que vaguedades. El saber no puede ser puramente instrumental, porque se queda cojo. Podemos ir olvidando muchas cosas; pero esos conocimientos que en su momento teníamos en la memoria, facilitaron el paso a otros; y estos, a otros nuevos. La memoria es fundamental. 

En fin, que acabo con "la chapa". Algo bueno sí podría traer reducir un poco el currículo, y es no ir tan deprisa en todo. Es que no hay tiempo, y puede que valga más trabajar las cosas con mayor detenimiento. No sé. Veremos... Cuando la tengamos clara, ya nos meterán otra nueva ley. Al tiempo.

PUES SÍ, DE TODO UN POCO

Resulta muy chocante que ciertos planteamientos pervivan en muchas personas. En el último día de curso, se acerca un chaval en bicicleta. Pregunta que si puede ver la escuela. Charlamos un poco, es de aquí al lado y conoce a algunos de los nenos del cole. Había venido ya más veces, pero siempre lo había encontrado cerrado. Pregunta que si puede ver el aula, a lo que respondo que sí, sin ningún problema. Y entonces abre la puerta, mira, y como que se le hacen los ojos chiribitas... Acto seguido, exclama: "¡Tenéis de todo!". Bien, por una parte, mil gracias... Por la otra, ¿qué esperabas encontrar? Esa concepción de que las escuelas rurales son poco menos que cuevas excavadas, con paredes ruinosas, lúgubres, sin apenas equipamiento de ningún tipo... Puede que hace treinta o cuarenta años hubiese algo de eso. Pero en los tiempos que corren, no. Sí puede llevar algo de razón en el planteamiento: tenemos, si se me permite, más que un cole normal: la concepción de los centros rurales exige que cada aula sea como un pequeño colegio en sí misma: aquí no tenemos un sitio para la sala de ordenadores, otro para la biblioteca, o un salón de actos. Todo está en el aula. Lo que, indudablemente, aporta más ventajas que inconvenientes: si queremos ir a los ordenadores, nos movemos dos pasos; a la biblio, tres; y si necesitamos un "salón de actos", arrinconamos un poco las mesas y ¡voilá! Y el patio, aunque pequeño, posee zonas verdes, árboles... Oye, ¡ni tan mal!

Hace unos años -pocos, es verdad- sí estábamos en cierta desventaja respecto al uso de Internet. Pero de un tiempo a esta parte se ha hecho un esfuerzo grande y podemos asegurar que las conexiones -salvo tormenta- van bien. No son un impedimento, como sí lo eran antes, cuando para usar algún programa tenías que traértelo descargado de casa e instalarlo aquí, o veías las horas pasar mientras intentabas cargar un vídeo de "Youtube".

Suele ocurrir también que muchas familias se sorprenden al ver las aulas, en especial si estudiaron en una escuela rural; sí que es verdad que en el pasado, estas escuelas estaban en peores condiciones. pero no esperaba oírlo de un chaval de 11 o 12 años...

Particularmente, me encuentro la mar de cómodo en "mi" aula. La calefacción va de cine y no necesito más de lo que ya tengo. Y, por qué no decirlo, intento mantenerla limpia y lustrosa. Porque un lugar de trabajo ordenado y medianamente alegre a la vista, permite centrarse mejor. Creo yo.

Así que sí, "tenemos de todo". O casi: llevamos un par de cursos dándole la lata al ayuntamiento para que nos acomode en el patio un espacio cubierto. En plan "tenemos carpa", que se subraya en los carteles informativos de las fiestas de pueblo.  Vamos a ver si por fin hacen caso...




UNA DE 2022

Arrogante: que muestra soberbia y trata con desprecio a los demás. Eso, de "La Espina pa' allá". Hacia este otro lado, también tiene otra acepción... Pongámonos en situación: últimos días antes de las vacaciones de Navidad, una mamá viene de visita a charlar un poco sobre la marcha del curso, los resultados del trimestre... Tiene el detalle de dejar unos presentes tanto para la tutora como para un servidor, cosa que por supuesto, agradecemos mucho. Cuando se va, la tutora comenta: "Esta chica es muy arrogante". Yo me quedé estupefacto, a la par que un poco indignado. ¿Pero cómo puede decir eso después de lo bien que se portó con nosotros? Así que le comenté a la profe que, mujer, arrogante... ¿No querrías decir otra cosa? Fue entonces cuando me aclaró que por estos lares, "arrogante" significa desprendido, generoso. Resulta muy curioso que una misma palabra tenga significados tan diferentes en una lengua o en otra. Desconozco si la acepción es propia sólo de esta zona o se extiende a otras, ignorante de mí. Pero bueno, la próxima vez que la escuche, habré de pensar  si se refiere a uno u otro significado...



Comentarios

  1. Gracias por compartir con nosotros tantas cosas. Me quedo con el teneis de todo pero no solo a nivel material sino tb humano que es lo mas importante.Y si nada q ver con la escuela de hace 40 años por suerte.

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