ISA Y RAÚL, LEY DE VIDA

Los finales de curso siempre nos traen acontecimientos alegres y tristes. Entre estos últimos, casi todos los años hemos de lamentar la marcha de algún Geranio. Les toca a Isabel y a Raúl emprender el vuelo hacia nuevas aventuras. Y a nosotros, desearles la mejor de las suertes y lamentar su pérdida...

Corría el lejano 2014 cuando recibimos a Raúl. Era un neno risueño, aunque al principio, como a todos, le costó un poco eso de venir «al curro». Pero bueno, se adaptó rápido y sin problemas. A veces tenía escucha selectiva, había que decirle varias veces las cosas, si no le interesaban... Ciertamente, es algo muy común cuando son pequeños. Y es que son avispados...

Siempre recordaré la vez que llegó un poco apurao al taxi... ¡Pues no va y se pone a «regar las plantas» allí mismo! Él lo veía como lo más normal. Y puede que estuviera en lo cierto, oye. ¡Para qué complicarse y dar media vuelta hacia el cole, si tenía allí sitio de sobra!

Y así fueron pasando los cursos. Siempre se mostró alegre, atento y amable. Salvo un año, todos los hizo conmigo. Son muchas cosas las que da tiempo a compartir en casi una década... Y además, cada curso, un poco mejor que el anterior. Especialmente estos dos últimos, el hombre es una bicoca para cualquier maestro: va solo, es trabajador, responsable, de buen carácter... Es muy buen neno. Si es que no hay queja posible. 

Isabel llegó más tarde. Fue un caso especial, habitualmente son los padres los que eligen el colegio de sus hijos. Pero la que decidió venir a Gera fue ella misma: un día nos visitó, junto a sus hermanas mayores, porque en Cangas era festivo. Y sí, le gustó lo que vio... Tanto, que se quedó con nosotros.

El primer día tardó un poco en arrancarse a conversar. Era una clase ya hecha, todos se conocían de muchos cursos, menos ella. Pero pronto venció esa inicial timidez. Desde entonces, no ha parado de hablar sobre lo humano y lo divino... Siempre la ves enfrascada en 1000 proyectos a la vez, esa cabeza no para de inventar cosas nuevas. A nosotros nos vino muy bien su llegada. Es raro lo que pasa en Gera: hay muchos más niños que niñas. En la clase, solo éramos varones. Menos mal que ella puso el contrapunto; cuantas más formas de ver las cosas, cuantos más intereses diferentes, mejor.

Con Isa hemos pasado solo cuatro cursos. Al igual que con Raúl, ya podrían ser cuarenta. Tiene muy buena mano con los peques, una creatividad desbordante, es buena, generosa y capaz de argumentar sobre cualquier tema con lógica y datos objetivos... La veo abogada. Otra joya que perdemos.

A todos los profes les cuesta despedir a sus alumnos. Pero, para los maestros de los coles rurales, es más difícil. Son muchos cursos conviviendo todos los días. Muchas anécdotas, muchas excursiones, muchas divisiones. Es verlos crecer día tras día, desde que no llegaban al metro, hasta que casi ya te adelantan por la derecha...  Así que sí, se hace cuesta arriba. También es alegría. Y es que uno -en la pequeña parte que le toca-, no puede más que sentirse orgulloso de los dos. Son buena gente y buenos estudiantes. Y serán buenas personas, de eso no tengo duda.

No nos podemos despedir sin dedicar unas líneas también a vuestras familias. Una de ellas también nos deja, tristemente. Para las de los dos, no hay más que palabras de agradecimiento, por su cercanía, su colaboración y su ayuda. Y por saber disculpar los pequeños errores que, sin duda, hemos tenido... Millones de gracias.

Ahora sí, toca ya deciros adiós. Os deseamos a los dos lo mejor en las nuevas aventuras que os tocará vivir. Sabéis que esta siempre será vuestra casa. Y que siempre estaremos ahí para ayudaros en lo que necesitéis. Si el próximo curso tenéis un huequín, no dudéis en venir a visitarnos, ¡seréis bien recibidos!