¡QUÉ CARA!

Nótense las diferentes personalidades del corregidor y la corregida, a tenor de la cara que ponen. Uno taimado, ladino; un mal bicho. Otra luminosa, vital; muy maja... ¡Bueno! Al final lo importante es que el corregidor no tuvo que mostrar sus malas artes: de nuevo no hubo nada que modificar...



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