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Entre unas instantáneas y otras van cuatro cosas: casi quince años, mejores cámaras de fotos, menos pelambrera y más arrugas... Por lo demás, poco cambio personal... Sigue uno teniendo el poso de maestrillo de Infantil, acostumbrado a tomar parte en los juegos simbólicos de los peques. Y espero seguir teniéndolo mucho tiempo, la verdad. Varían también las protagonistas y la escuela. Carla y Natalia, con seis años, en Semellones, montaron una «pelu» y no encontraron mejor cliente que un servidor. Cepillo va, tijera viene... Salí ileso, a Dios gracias. Por su parte, instaladas en la clase de los «Minis», que tiene más material para estas cosas, Isabel y Amalia dispusieron de más tiempo, y por ello de más posibilidades de «sembrar el terror»: primero tuve que ir con una madre algo estirada y estricta a comprar al mercado. Nos acompañaba mi hermanito pequeño, bebé aún. La dependienta nos atendió con gran diligencia y profesionalidad. Hasta aquí todo bien, salvo la falta de visión que causaba la peluca. Luego vino lo duro, pues «mamá» insistió en llevarme a la dentista... En fin, la carrera no sé dónde la sacó, pero era un pelín brusca con el instrumental y se negaba a poner anestesia. La operación le debió de parecer muy interesante a «la mama», pues sacó mil fotos...  El tiempo pasa muy rápido en el cole, entre salones de belleza y clínicas dentales...
















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