VINTON...

Al final, este blog se va a quedar en algo triste... Porque sólo contamos ya malas noticias. Siendo junio, nos toca otra: la marcha de Víctor.

También conocido por "Victorino" o por "Vinton", como le llamaba Adriana... Cuentan los antiguos del lugar cómo se nos advirtió, en aquellos lejanos tiempos, de la llegada al cole de poco menos que de un pequeño monstruito; una "bestia inmundable", como le definió su hermana... Es plausible que, en la historia de la humanidad, no haya existido nadie con tan mala prensa. Cierto es que en las primeras notas que guardamos del "lebrel", senalábamos que a veces le costaba controlar su fuerza al jugar en grupo. Es algo muy normal entre los recién llegados, que no están muy acostumbrados a relacionarse con otros especímenes de su edad. Pero, aparte de eso... Hagamos un ejercicio de matemáticas: si cada curso escolar suma, redondeando, ciento setenta y cinco días; y Víctor lleva en Gera nueve cursos, nos salen, tras una simple operación, un total de mil quinientas setenta y cinco jornadas. Bien. Pues ni en una  de ellas se puede señalar algo malo de Víctor. Ni en una. Siempre educado, siempre correcto. Siempre con buena disposición, siempre respetuoso con sus compañeros. Así que sí, podemos concluir, con absoluta certeza, que esa mala prensa de la que hablábamos era absolutamente infundada.

Y es que encima, ha sido el primer -y creo que será el último-  neno de Gera que ha tenido que soportar a un servidor como el único tutor que ha conocido en estos nueve cursos. Puede decirse que, en lo escolar, es "obra mía". Y la verdad que me ha salido "el asunto" perfecto, oye. Aunque no es mérito propio. Ahora en serio: en lo que nos toca, no puede uno dejar de sentirse muy, muy orgulloso de Víctor, tanto en lo académico como en su forma de ser. Después de enviarles a Dani y a Adrián el curso pasado, ahora les llega Víctor. Estos del IES deben estar aplaudiendo con las orejas por la suerte que tienen; no van a volver a ver a nenos así en muchos años.

Hay mucho que merece la pena rescatar de lo vivido con Víctor. Quizás, los primeros recuerdos son los que más fijamente resisten el paso del tiempo. Los días iniciales venía con papá, que se quedaba un momento con él en clase. Cuando se iba, claro, al principio le costaba. Es lo más normal del mundo. Según avanzaba la mañana, se iba tranquilizando. Pero las jornadas, al comienzo, son largas. Aunque él tenía siempre algo en la cabeza: todos los días, poco antes del recreo, me pedía ir a ver a Paula a la clase de los mayores. Desde una mente de tres añinos, no vale eso de "dichoso el que cree sin haber visto". Él quería cerciorarse de que Paula estaba allí donde él la había dejado al entrar en el cole. Así que íbamos los dos, de la mano, a picar en la puerta de "Jose-Jose". Asomábamos la cabeza, y certificábamos que su hermana, efectivamente, allí seguía. Y él volvía mucho más tranquilo y contento, ya no de la mano, sino corriendo y saltando...

Nueve años dan para mucho. Pero siempre es superable. Y es que si Víctor ha tenido paciencia, pues qué decir de sus padres... Catorce años nada menos, ya que primero tuvimos a Paula y luego a Víctor. Tampoco se puede quejar uno de nada en lo referente a la familia... Siempre dispuestos a ayudar, amables y cercanos. No tengo más que palabras de agradecimiento hacia ellos. En cierta forma, se cierra un ciclo, en lo referente a las familias.

En fin. Para lo bueno, el reloj nunca se detiene, siempre va con prisa. Todo este tiempo se ha ido volando. O no, porque lo que se recuerda, nunca se va. Y a Víctor le recordaremos siempre. Él ya sabe que esta escuelina es y será su casa. Ahora, a seguir quemando etapas, hasta su ansiado sueño,  ya desde muy pequeño manifestó que de mayor, él no quería ser bombero, mecánico, ni un simple millonario. Él quería ser "un jubilao"... ¡Suerte, Vinton! ¡Y hasta siempre!


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