NO HAY DOS SIN TRES...

Hoy volvimos a ofrecer la posibilidad de acudir al aula de los peques a contarles un cuento. Nada más decirlo, levantó la mano como un rayo y exclamó: "¡yo, yo!" Así que Isa -y van tres- nos volvió a deleitar con otra historia de esas que "hacen afición"; todo un clásico de la literatura infantil, que también les sacó unas risas a los mayores, porque al llegar a las nueve y verlo encima de la mesa, se pusieron a releerlo y recordar viejos tiempos... Y es que ese libro y yo llegamos juntos a Gera, allá por el Pleistoceno. A mí también me trae muchos recuerdos, y en todos hay sonrisas. 

Ya tienen un ejemplar en la biblioteca del aula, y seguro que en muchas casas también. Amalia -chica lista- ya manifestó que el culpable era el perro, antes de terminar la primera página. Pero el de hoy era especial, otro de esos desplegables que también va necesitando un poco de "chapa y pintura". Después de su desafortunado incidente, el pequeño -pero justiciero- topo, se propuso descubrir quién había hecho "aquello" sobre su cabeza... Y no paró hasta dar con el culpable, el tontaina de Hermenegildo, sí, el perro del carnicero...





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