VISITA INESPERADA

Todo el mundo tiene miedo a algo. Aunque sea a un adorable pequeñuelo como el ratón que se nos coló en clase esta semana... En cuanto sonó la voz de alarma, pegó un salto, corrió como alma que lleva el diablo y se subió a la mesa. Y allí -no encima de la mesa, pero sí en la silla-, se pasó toda la mañana. Era en realidad una mezcla de miedo y asco. Para mí no son sentimientos computables, los manifestados ante el gris roedor; pero como digo, cada uno tiene sus miedos, el que manifieste que no, miente como un bellaco. Un servidor, por ejemplo, les tiene no ya miedo, sino terror a los perros. Aunque sean más pequeños que una patata, lo paso fatal cuando me cruzo con uno por la acera, o cuando aparecen los de la vecina casa por la sede del colegio. ¡Qué le voy a hacer, cosas de cada uno! Si uno entrase en clase, aunque fuese el can más afable, manso y cariñoso del mundo mundial, yo no me subiría a la mesa, pondría pies en polvorosa y no echaría la vista atrás hasta Arganza por lo menos. Bueno, no siempre, en el pasado ya demostré gran valentía al permanecer impasible ante aquella fiera temible que trajo de visita Iker, "Nora" se llamaba, si no recuerdo mal. Como se suele decir, la procesión iba por dentro, la foto está echa a máximo de zoom... Pero aunque no me gusten, nunca les haría daño, por más a veces os tome el pelo. Es más, hasta tuve que convivir unos días con un pobre cachorro que algún desalmado tiró al contenedor de basura. 

Hay también otras "especies" a las que les tengo cierto respeto, por ejemplo al "Inspectoris domesticus"...

Volviendo al mur, lo complicado fue que nos dejase tranquilos... Se metió tras el armario y cada poco asomaba la cabeza a ver si podía burlar la vigilancia de Dani, que en verdad, parecía un gato con la mirada fija en la presa... Después de varios días no ha vuelto a aparecer, yo he removido toda la clase y no da señales de vida, así que espero que se haya ido -aunque estos animalillos pueden esconderse en cualquier parte-. Y también puede volver a entrar, cualquier día. Lo que no puedo hacer es ponerle veneno, o darle un escobazo, como hacía mi abuela en el pueblo cuando aparecía algún desdichado... No puedo, es superior a mí. Si vuelve a entrar, haré todo lo posible por echarlo, pero sin que sufra daño. O en su defecto, le pondré un "minipupitre" y le traeré alguna libreta, para que al menos aprenda algo -aunque lejos de Isabel, claramente-... "Eutimio" le llamaré. Y además, si aparece, puede servirnos como excusa para los deberes, ya sabéis que nos puede birlar el boli...





Comentarios

  1. "Eutimio" viene al chocolate que tienes escondido...jeje

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    1. Entonces no lo echo ni a tiros, tiene para sobrevivir varios meses...

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