ADIÓS CON EL CORAZÓN... II: ¡SE ACABÓ LO QUE SE DABA!

Todo llega. Ya se barruntaba el curso pasado, que Jose se retiraría, aunque no estaba claro exactamente cuándo. Y aquí estamos... ¡Cómo me puede hacer esto! Se va un puntal del colegio, una de sus señas definitorias. Con él, uno nunca se aburre en las reuniones, a veces tediosas, de los jueves tarde. Desde mis tiempos en Semellones, aunque no teníamos más  trato que el propio de los citados "cónclaves" de profes y el de las excursiones, ya se destacaba como una personalidad arrolladora... Y luego vino el cierre del aula, y me trasladaron a Gera. Él estaba en la clase de Infantil, y tuvo que dejarla, porque en teoría me correspondía a mí, al ser el especialista de Ed. Infantil. Hubiera sido una reacción muy humana guardar hacia un servidor cierto recelo o malestar, aunque yo no tuviese la culpa. Pero no. Nunca una mala cara. Ni una crítica, ni un "yo esto lo hacía así", o "es mejor que lo hagas de esta forma". No. A veces comentaba con Luis -otro que me ha "apuñalado", je, je- que JM es la expresión máxima del "vive y deja vivir".

Un personaje. Con él, no sólo perdemos a un  gran maestro, también  todos sus saberes -que no son pocos, pardiez-, tanto universales como de la cultura cercana y de los usos y costumbres locales. ¡A ver quién me va a traducir a mí ahora determinadas expresiones!

JM hacía fácil la convivencia, reconozco que a veces es díficil soportarme, pero siempre me sentí muy cómodo de compañero geranio. Y es que si en un momento te aburres, o tienes un mal día, siempre te puedes acercar a conversar sobre lo humano y lo divino, o te cuenta alguna anécdota de lo más pintoresca. Que tiene pa aburrir, el tío, como aquella vez que se pasó grabando media boda con la tapa de la cámara puesta, o su particular forma de usar el microondas del cole, que dejaba la lasaña como un témpano por dentro...

Cuenta una de esas teorías sobre el juego que se estudiaban en la carrera, que éste obedecía a una especie de función compensatoria: así, las personas que tenían ocupaciones donde primaba el esfuerzo físico y el movimiento, solían preferir juegos más pausados y tranquilos. Verbigracia, la estampa típica de los mineros jugando a las cartas. Por el otro lado, aquellos dedicados a trabajos más estáticos, como un oficinista, se decantaban en sus ratos libres por juegos como el tenis, atletismo... Bueno, una de tantas teorías, a veces se cumple, y a veces no. En Gera se daba en muchas ocasiones... Yo no "paro" en toda la mañana, los peques son así. Hay que moverse, bailar, estar atento a mil cosas, ir con alguien al baño, aplacar las excesivas "ansias de folixa"... Claro, sales al recreo y te presta más sentarte un rato en el banco, aunque no siempre se puede... Con los mayores, ni es más o menos difícil la docencia, pero es distinta, están más tranquilos, -casi- siempre sentados... Y JM llegaba al patio con ganas de armarla... Te pico por un lado, te persigo por el otro, me escapo y no me coges... "Perseguir a Jose-Jose", para entendernos. Así que todos felices: los peques a escapar, Jose a "escorrer", y un servidor a vigilar por aquí y por allá, un poco alejado del bullicio...

¡Pues así han volado 7 cursos! Pero como decíamos al principio, todo llega. Los peques vivirán un gran cambio, claro, después de tantos años. Pero me temo que más grande será el mío. Las cosas serán, ciertamente, distintas. No sé si mejores o peores. Pero sí puedo asegurar que diferentes. Es lo que hay. 

A buen seguro nos visitará en el magüestu, o en el carnaval, y dentro de tres días volverá a por algo que se ha olvidado en clase. Pero mañana se irá, en silencio y sin alardes, como él quiere, y yo sé que, por mi forma de ser, no le voy a expresar verbalmente todo lo que me asalta en ese momento. Pero aquí se lo dejo, negro sobre blanco. Billones de gracias, JM. Va a ser verdad eso de que siempre se van los mejores. Aunque, bien mirado, no sería lo propio, si hablamos de quién hablamos, el no terminar con una sonrisa, así que aquí van unas fotillos de Jose-Jose... ¡Hasta cuando quieras, grande!